lunes, 24 de noviembre de 2008

historia de chile

2) LA ÉPOCA COLONIAL

La implantación española: la Conquista

Los españoles entraron en contacto con los indígenas que habitaban lo que se llamaría Chile en 1536, con la expedición venida desde el Perú, dirigida por Diego de Almagro, quien había tenido una participación destacada en la conquista del imperio inca. Este episodio es conocido como el “Descubrimiento”, aunque algunos afirman que eso corresponde a Magallanes, el navegante portugués al servicio de España, quien “descubrió” el extremo sur de Chile, en 1520, cuando sus naves dieron la vuelta al mundo. Pero el paso de Almagro por Chile no tuvo mayores consecuencias, ya que los españoles se limitaron a recorrer el norte y el centro del país, sin fundar ciudades, y regresaron al Perú, decepcionados al no encontrar oro, que era el objetivo del viaje.

Valdivia
Pocos años después, en 1541, vino a Chile una segunda expedición, también desde Perú, dirigida por Pedro de Valdivia, uno de los capitanes de Francisco Pizarro, el conquistador de los incas. Esta vez, las cosas fueron distintas. Valdivia quería asentarse en el territorio chileno y gobernarlo. Para ello, fundó varias ciudades: Santiago, que sería la capital, en febrero de 1541, seguida de La Serena, en 1544, Concepción, en 1550, y Valdivia, en honor de sí mismo, en 1552, y Osorno en 1553, además de otras de menor importancia. Valparaíso, el principal puerto del país, no tiene fecha oficial de fundación, pero comenzó a existir desde la llegada de Almagro, en 1536.

La expedición de Valdivia provocó también la primera resistencia indígena. Aunque los españoles lograron sobrevivir a los ataques de los nativos en la región de Santiago, no ocurrió lo mismo en el sur, donde los mapuches presentaron una oposición mucho mayor. En 1553, los indígenas de esta etnia derrotaron a los españoles en una batalla, capturaron a Valdivia y lo ejecutaron. Era la primera vez que un jefe de la conquista española en América sufría esa suerte. Los mapuches siguieron resistiendo enérgicamente, y en 1598 vencieron a los españoles en la batalla de Curalaba, en la cual el gobernador Martín García Oñez de Loyola, tal como Valdivia, fue capturado y muerto. Esa victoria (llamada “desastre” por muchos historiadores chilenos, que conciente o inconscientemente tomaron así partido en favor de los españoles) llevó además a la destrucción de las ciudades españolas del sur, como Valdivia y Osorno.

Desde entonces, Chile quedó dividido en tres partes: desde el norte hasta el río Bío-Bío, en el centro-sur, dominaban los españoles; desde el Bío-Bío hasta lo que es hoy Puerto Montt, el territorio era controlado por los indígenas; más al sur, España retomaba el control, en la isla de Chiloé. Esta situación persistió durante toda la época colonial, y continuó durante varias décadas después de la indepedencia.

Gobierno, sociedad y economía colonial

Las instituciones coloniales fueron definidas desde el comienzo. Valdivia y sus sucesores tenían el cargo de gobernador, la autoridad suprema en la colonia, aunque no tenían independencia completa, ya que dependían del virrey del Perú. Los gobernadores dirigían el país asesorados por la Real audiencia, tribunal de justicia que podía además podía dirigir la colonia en ausencia del gobernador.
Como en el resto de América española, la Iglesia católica jugó un papel importante en la dirección de la sociedad, colaborando con el poder real, al cual estaba sometida por el derecho de patronato que el Papa había dado al rey de Castilla. Las órdenes religiosas crearon iglesias y escuelas, y los jesuítas tuvieron además actividades empresariales, con haciendas administradas en forma eficiente.

La economía no alcanzó gran desarrollo, por la escasa población y las trabas impuestas por el sistema imperial. España no impulsaba la industria manufacturera en sus colonias, tratando de imponer la venta de los productos europeos. El comercio exterior debía dirigirse únicamente hacia España o hacia otras colonias, aunque había contrabando. Sólo a fines del siglo XVIII Chile fue autorizado a acuñar su propia moneda, lo que se hizo en el edificio conocido como Casa de la Moneda, que después de la independencia fue la sede del gobierno.
Las principales actividades fueron las relacionadas con la tierra: ganadería y sus derivados, como la producción de sebo y de cueros, y diversos cultivos como el trigo, que Chile empezó a exportar al Perú a fines del siglo XVII. Hubo una producción de oro en el siglo XVI, pero después decayó.

la élite en un salón a fines del siglo XVIII
La sociedad fue estratificada por criterios étnicos, como en todas las demás colonias: blancos en el tope, seguidos por los mestizos, los indios (que eran personas libres, salvo los indios rebeldes, que podían ser vendidos como esclavos) y finalmente los negros esclavos. Estos últimos no fueron muy numerosos, por ser una mercadería cara. A fines del período colonial eran solamente 4,000, lo que equivalía a menos del 10% del total de la población. Los indios estuvieron al comienzo obligados a trabajar para los españoles bajo el sistema de la encomienda (concesión de un grupo de indios a un español, que los hacía trabajar en su beneficio), pero eso se suprimió a comienzos del siglo XVII a causa de la fuerte mortalidad de los indios (causada por las enfermedades traídas por los españoles) Desde entonces eso se reemplazó por el pago de un tributo en dinero, que los indios podían obtener trabajando libremente. Los mestizos y blancos pobres trabajaban en forma libre, como asalariados, pero en la agricultura lo hiciero bajo un régimen especial, el de inquilino, un tipo de trabajador que si bien era libre, debía entregar un cierto número de jornadas de trabajo al año al propietario de la tierra, a cambio de poder cultivar una pequeña superficie. También hubo pequeños propíetarios agrícolas, pero que no llegaron a transformare en clase media.

La situación de independencia de los indios mapuche obligó a los españoles a mantener un ejército permanente, financiado por el virreinato del Perú. Como ello no fue suficiente, los gobernadores debieron firmar tratados de paz con los indios. El primer tratado o parlamento se realizó en 1641. Aunque no eran muy respetados, implicaban un reconocimiento de la soberanía indígena y creó las condiciones para ciertos períodos de paz, lo que permitió el desarrollo de contactos comerciales entre blancos e indígenas. En 1683 se prohibió definitivamente la esclavitud de los indios.

Durante el siglo XVII, Chile fue asaltado varias veces por los piratas, ingleses y holandeses. Esto obligó a los españoles a construir fuertes en Valdivia, por temor a un nuevo ataque en esa región. Durante ese siglo no hubo fundación de nuevas ciudades; además, Santiago fue destruído en gran parte por un terremoto en 1647.

En el siglo XVIII la situación del país mejoró. Los indios comenzaron a resistir a las enfermedades y esto fue un factor importante en el aumento demográfico. A comienzos de ese siglo la población era de unas 100 000 personas, y a fines del siglo se llegó a quizás 600 000 Por primera vez desde el siglo XVI se fundaron nuevas ciudades, sobre todo en la región central: Copiapó, San Felipe, Los Andes, Quillota, Melipilla, San Fernando, Curicó y Linares, la mayoría de ellas por el gobernador José Antonio Manso de Velasco. El rey autorizó por primera vez a catalanes y a vascos a ir a América; a Chile llegaron varias familias de este último origen, y algunas de ellas pasaron a ser parte de la elite comercial y terrateniente.


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3 ) La independencia

Entre 1810 y 1818, la colonia llamada entonces “Reino de Chile”, se separó de España y formó un gobierno independiente. Al hacerlo, Chile formó parte de un proceso que abarcó la casi totalidad de las colonias españolas en América, ya que sólo Cuba y Puerto Rico permanecieron dentro del imperio; todas las demás colonias se separaron también, en la mayor parte de los casos a través de una lucha armada.

Antecedentes
Contrariamente a países como Colombia o Venezuela, en Chile no hubo grandes movimientos de protesta contra el régimen colonial ni tentativas de lucha armada antes de 1810. El único antecedente en ese sentido, fue la “Conspiración de los Tres Antonios”, en 1780. Este episodio fue obra de dos franceses, Antoine Gramusset y Antoine Berney, más el criollo Antonio Rojas, que concibieron el proyecto de crear una república, abolir la esclavitud y establecer relaciones con los demás países. Su iniciativa no fue muy lejos, ya que fueron denunciados y arrestados. Pero había personas que pensaban en una independencia, como Bernardo O’Higgins, hijo bastardo de un ex gobernador chileno, el irlandés Ambrosio O’Higgins, quien participó en reuniones de latinoamericanos con ideas favorables a la independencia en Londres, organizadas por el venezolano Francisco de Miranda. La llegada de varios barcos de Estados Unidos a comienzos de 1800, que habían sido autorizados a comerciar en América española, daban a conocer ideas republicanas, lo que constituyó otro factor.


La “Patria vieja”

Los historiadores han denominado así el período que va de 1810 a 1814, que fue el inicio del movimiento de emancipación. El hecho que desencadenó el proceso fue la invasión de España por Napoleón y el arresto del rey Fernando VII, lo que creó un vacío de poder, ya que las autoridades coloniales habían sido nombradas por el monarca ahora sin trono. En la mayoría de las colonias se formaron entonces Juntas de gobierno, que debían gobernar los reinos americanos mientras durase la ausencia del rey.


En Chile, la Junta se formó el 18 de septiembre de 1810. Su origen fue elitista, ya que sólo participaron en ella los “vecinos” más destacados del reino, la mayoría de Santiago. En principio, todos sus miembros, encabezados por Mateo de Toro y Zambrano, conde de la Conquista, juraron lealtad al soberano preso; pero varios de sus miembros, sin declararlo abiertamente, buscaban la independencia y comenzaron a tomar medidas que significaban cambios importantes, imposibles de realizar bajo el régimen colonial, como el decreto de libertad de comercio y la convocatoria a la elección de un primer Congreso nacional, en abril de 1811. El proceso se radicalizó con el golpe de estado del 4 de septiembre de ese año, dirigido por José Miguel Carrera, joven militar, miembro de una conocida familia de Santiago. Se nombró una segunda junta, dominada por personas favorables a la independencia, como José Martínez de Rozas. El 15 de noviembre de 1811 Carrera dio un segundo golpe, poniéndose a la cabeza del gobierno. Las medidas revolucionarias continuaron: abolición parcial de la esclavitud, con la “libertad de vientre” (libertad para los hijos de esclavos), promulgación de una primera Constitución, en 1812, que sin declarar la independencia estipulaba que no se respetaría ninguna ley ni decreto venida del exterior, creación de una bandera nacional y del primer diario chileno, “La Aurora de Chile”, dirigida por el cura Camilo Henríquez. Además, se recibió al cónsul de Estados Unidos, Joel Poinsett, primer contacto con otro país, aunque esto no implicó un reconocimiento diplomático.


Desde 1813, los partidarios de la independencia debieron enfrentar el ataque de los realistas, lanzado por el virrey del Perú, que mantenía su poder, sin aceptar la existencia de una Junta. Una expedición desembarcó en el sur de Chile en 1813, dando comienzo a las batallas por la independencia. Los patriotas enfrentaron divididos esta situación, ya que había sectores que no seguían el liderazgo de Carrera, y preferían la dirección de Bernardo O’Higgins. Esto llevó incluso a una corta guerra civil entre ambos jefes, en un combate disputado en agosto de 1814. Aunque después de este episodio ambos jefes hicieron las paces, el ejército patriota, dividido, perdió la batalla de Rancagua, el 1 de octubre de 1814; fue el fin de esta etapa, ya que los realistas recuperaron el poder, y los patriotas salieron masivamente fuera de Chile, a Mendoza.

La reconquista española

Esta etapa duró desde octubre de 1814 a febrero de 1817. Durante ella, los partidarios del rey volvieron a dominar el país; hubo una fuerte represión contra los que habían apoyado a los patriotas, con arrestos de muchas personas, algunas de las cuales fueron desterradas a la isla Juan Fernández. Se incautaron los bienes de los sospechosos y se vendieron en remate. Esta etapa coincidió además con el regreso de Fernando VII al trono, luego de la derrota de los franceses en Waterloo. Hubo una reconquista semejante en Colombia y Venezuela.

Mientras eso ocurría en Chile, los exiliados chilenos en Mendoza encontraron apoyo en el general José de San Martín, gobernador de esa provincia, quien planeaba organizar un ejército para liberar Chile. O'Higgins se hizo amigo de él, no así Carrera, quien se enemistó con San Martín y decidió partir a Estados Unidos a comprar armas y formar otra expedición.

Durante la preparación del ejército en Mendoza, Manuel Rodríguez, joven abogado, entró clandestinamente a Chile y organizó guerrillas antiespañolas en el campo, logrando el apoyo de fuerzas campesinas de la región central. Esto significó un movimiento nuevo e importante, ya que hasta entonces la independencia había sido un proceso que interesaba únicamente a la elite del país. La población había observado sin sentirse involucrada, peleando tanto por uno como por otro bando; la mayor parte de las fuerzas realistas eran chilenos del sur, reclutados por los oficiales españoles. Los indios del sur, los mapuche, tampoco habían apoyado la causa de la independencia.




La “Patria Nueva”

Esta tercera y última etapa se dio entre febrero de 1817 y abril de 1818. La primera fecha es la de la batalla de Chacabuco, a unos 100 kms. al norte de Santiago, ganada por el ejército organizado por San Martín, que acababa de atravesar la cordillera para entrar a Chile. Después de esta batalla, O’Higgins fue nombrado jefe del primer gobierno chileno,. con el título de Director Supremo, y la independencia fue proclamada en el aniversario de esa batalla, en febrero de 1818. El 5 de abril de ese mismo año, los patriotas ganaron la batalla de Maipú, al sur de Santiago, que constituyó la victoria definitiva contra los realistas. Pero estos hechos no lograron la unidad de los patriotas. Manuel Rodríguez fue arrestado y asesinado en mayo de 1818, por orden del gobierno, el cual temió que Rodríguez se transformara en un conspirador, favorable a la causa de Carrera, quien seguía en Argentina. Este hecho anunciaba las divisiones internas y la inestabilidad que caracterizaría los primeros años de vida independiente.

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4. De 1817 a 1831: intentos de definición institucional

En 1817 comenzó el primer gobierno nacional, dirigido por Bernardo O’Higgins, que se mantuvo en el poder hasta 1823. Su principal preocupación fue la de consolidar la independencia, que aún no estaba asegurada. Ello ocurrió con la victoria en la batalla de Maipú (abril de 1818). Hubo sin embargo núcleos de resistencia española, en Concepción (con la guerrilla de Benavides) en Valdivia y en Chiloé, lo que prolongó las campañas militares por algunos años más. Además, Chile contribuyó en forma importante a la escuadra que iría en 1820 a liberar el Perú, último bastión realista en América del sur.

El gobierno de O’Higgins intentó reformar la sociedad, aboliendo los títulos de nobleza (que eran muy escasos), prohibiendo las peleas de gallos y ordenando la construcción de un cementerio en Santiago para terminar con la costumbre de enterrar los muertos en las iglesias. Estas medidas le granjearon la oposición de los grupos más conservadores. A esto se añadía el descontento general por las contribuciones forzosas para financiar la guerra, las críticas de los partidarios de Carrera, que denunciaban el fusilamiento de dos de los hermanos y el asesinato de Manuel Rodríguez y las aspiraciones de las provincias a obtener más poder. Todos estos factores explican la caída de O’Higgins, que abdicó el poder en 1823 y se fue de Chile al Perú, de donde no volvería nunca más.

Entre 1823 y 1830 hubo una sucesión de gobiernos (ocho en total) lo que ha hecho que muchos historiadores designen este período como el de la “anarquía”. Esa inestabilidad reflejaba los conflictos por el poder, entre Santiago y las provincias, entre los partidarios de un régimen centralizado y los que deseaban un sistema federal. También influía la mala situación económica, a causa de la baja de la producción agrícola, y por el endeudamiento externo del país, que contrató su primer préstamo en el exterior con Inglaterra, en malas condiciones.Se fueron definiendo dos bandos, que fueron los futuros partidos conservador y liberal; el primero defendía el gobierno centralizado y el poder de la iglesia católica; los segundos, el federalismo y una disminución de la influencia de la Iglesia.

En medio de esta disputa política, hubo algunas medidas sociales importantes, como la abolición definitiva de la esclavitud, en julio de 1823. Los pipiolos, nombre dado a los liberales de esos años, intentaron, sin éxito, abolir el mayorazgo e incluso hablaron de hacer una reforma agraria. Pero los pelucones o conservadores fueron los vencedores en este conflicto, que culminó con la guerra civil de 1829 a 1830, que terminó con la batalla de Lircay, donde el general Prieto venció a las fuerzas dirigidas por Freire. Prieto fue elegido presidente; con él comenzaba la era conservadora y oligárquica

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